sábado, 23 de agosto de 2008

Oldies: El mito de la eficiencia europea.

La imagen que uno tiene de Europa viviendo en la Argentina, esta magnificada e idealizada por varios factores concretos. A saber:

El hecho de que gran parte de nosotros seamos nietos o descendientes de europeos indica que obviamente fuimos criados y recibimos desde nuestra cuna la tradición de los pueblos de origen. Mamamos las añoranzas de nuestros ancestros que con el tiempo y la distancia se acrecentaron al paso de los años... todo aquello que se vuelve imposible, en la mayoría de los casos, se idealiza y se desea aun más. Si sumamos que nuestro país involuciona y que Europa salió de las guerras y se convirtió en un lugar estable y próspero, comprenderemos que el legado inconsciente que hemos recibido se torna cada vez mas lógico y verdadero.

Europa es rica y lindísima. Es ordenada, muy ordenada y estrictamente disciplinada, si la comparamos con nuestro desorden y nuestro caos sudamericano.

El hecho de que sea ordenada y disciplinada no quiere decir que también sea eficiente si bien es mucho mas fácil ser eficiente desde el orden y contando con la disciplina como accionar. Pero como todo en la vida, siempre hay un lado brillante y un lado oscuro. Tendemos a mostrar el brillante y a esconder el oscuro. Los países también hacen lo mismo pues están formados y habitados a la imagen y semejanza de sus ciudadanos.

La mayoría de nosotros estamos signados por un hecho concreto que en algún momento debemos de cumplir inexorablemente para que nuestra vida sea completa. Son esos mandatos ineludibles que muchas veces no racionalizamos pero que inconscientemente están en nuestro interior como algo pendiente a cumplir para sentirnos realizados. ¡El famoso viaje a Europa! Eso significa que en algún momento abordaremos un avión y pasaremos “x” cantidad de tiempo en el viejo continente, en un tour paseando y admirando todo. Como turistas de vacaciones, viviremos momentos inolvidables visitando lugares maravillosos, acumularemos anécdotas deliciosas, escribiremos postales, sacaremos fotos... Es algo así como vivir el delicioso comienzo de un enamoramiento, donde todo es descubrir con interés y mucha energía lo lindo, lo bueno, lo sano. El tiempo nunca nos alcanza para vivir lo suficiente parándonos en la desnuda realidad de lo cotidiano y aprender que en toda partes se cuecen habas. Es casi imposible llegar a detectar el lado oscuro de ese continente maravilloso, al que venimos tan bien predispuestos, en el breve lapso de unas vacaciones.

Si dejamos de lado los paisajes, las autopistas, los museos, los miles de siglos de civilización que fueron necesarios para crear las múltiples comodidades del sistema europeo, descubriremos que detrás de todas esas cosas hay gente que tiene los mismos miedos que todas las personas del planeta y contrariamente a la idea que nos hicimos ... no son mas inteligentes que otros, simplemente viven en países mas prolijos y organizados por contar con siglos de civilización y enseñanzas tan extremas como dos guerras que dejaron como saldo positivo lo que encontramos hoy.

También cuenta el hecho de que aquí las necesidades básicas están cubiertas y contempladas. El estado te ayuda a llevar una vida fácil y te encarrila a que seas un ciudadano que cumpla con sus deberes para poder tener acceso a los derechos. Creo que allí esta el quid de la cuestión. La gente que nació con esta costumbre de ser asistida generalmente nunca paso por las crisis que nosotros hemos pasado y entonces no tienen la flexibilidad necesaria para poder parase en otro lugar y ver las cosas desde la otra orilla. Viven agarradas del estimulo-respuesta como si fuera un solo bocado y no una experiencia de dos pasos. Entonces se pierde la emoción de lo autentico pues todos responden igual. Se nota la ausencia de creatividad, de calidad y calidez en las respuestas. No pueden aislar su respuesta y comandar desde sus sentimientos y racionalizaciones personales justamente porque carecen de ello. Están tan automatizados que se han olvidado de pensar con libertad de raciocinio y de sentir con el corazón. La rutina les ha borrado todo rastro de originalidad.

Nunca me voy a olvidar cuando un día hablando con Leticia por teléfono, y luego de haberle descrito los básicos del sistema de desempleo y la reinserción laboral, ella se sorprendió de lo bien organizado que estaba todo y me pregunto: “y decime Ale, ¿la gente es feliz?”... Una de las cosas que más me impactó cuando llegué a Ginebra fueron las caras sin sonrisa y la poca amabilidad de la gente en lo cotidiano. Y una de mis mayores incógnitas es llegar a saber de que se nutre toda esta gente que esta tan cómoda y tan satisfecha. ¿O será que cuando estamos bien no podemos aprender y solo cuando el dolor nos espolea le damos verdadero valor a la vida y nos volvemos conscientes de nuestros sueños? ¿Tan hijos del rigor somos?

Ignoro que hubiera pasado conmigo si yo hubiera nacido aquí y desde la cuna no hubiera sufrido ninguna privación, si no hubiera estado expuesta a esta migración que tanto me duele pero que tanto me enseña. ¿Podría darme cuenta de que hay otra manera de vivir? Supongo que mi vida sería bien distinta sin todas las experiencias vividas y me pregunto que clase de ser humano sería. ¿No soy un poco dura con toda esta gente que tanto critico simplemente porque al no haber tenido “mis experiencias” se comporta diferente de mí?

Mas allá de ese sentir y de estas incógnitas, está la realidad de como son. Y son distintos y diferentes, tal vez mucho mas limitados por no haber salido fortalecidos de ninguna experiencia difícil.

Otra de las cosas que mas me impresionó fue lo aislada que vive aquí la gente, lo poco abiertos que son, lo “fríos” como solemos llamarlos todos los extranjeros, hasta los ingleses! Muchos dicen que es porque son calvinistas o porque antaño Suiza quedaba aislada de todos en el invierno o que no tienen salida al mar.

Cosa que me resulta sumamente difícil es sacar temas de conversación. Cuando me encuentro con gente que no conozco, ya sea que vengan a mi casa por primera vez o estemos compartiendo una comida, me sucede algo que nunca me había pasado y es que ¡no sé de qué hablar! Se teje un silencio espeso y los rodea un aire de distancia que levanta un muro infranqueable, que una no se anima ni a preguntarles si trabajan o que cuernos hacen en su vida, para empezar a hablar de algo. Entonces, sucede otro milagro, me quedo callada y observo. Eso no me viene nada mal, pero me siento sumamente incómoda.

Me devano los sesos pensando cual es el lado positivo de vivir tan aislado o si es que no conocen ni pueden imaginar otro tipo de vida, mas solidaria, mas compartida, mas espontánea y divertida, pero no logro llegar a saberlo. Y escucho de Marcelo o de otras personas que llevan años viviendo aquí, las mismas quejas que tanto me afligen. En Suiza se vive así, con esa distancia insalvable, con maestros de jardín de infantes que saludan a los alumnitos dándoles solemnemente la mano, con gente que uno trata diariamente pero sin llegar a profundizar lazos basados en compartir el calor de la amistad, sin pedir nunca prestado ni solicitar favores.

¿Será por eso que los suizos no quieren casarse con suizas y las suizas no quieren casarse con suizos?

Pero por sobre todas las cosas, hay algo que tiene para mí un valor inmenso y es lo que me recuerdo cada vez que tengo una pataleta de desarraigo y me siento una verdadera desterrada: aquí hay seguridad. Mis hijos van y vuelven solos de cualquier lado y a cualquier hora y no se me pasa por la cabeza que puedan no volver a casa o que alguien les pueda hacer daño.

Ese es mi amuleto y es lo que hace que soporte estoicamente todo lo que tanto me disgusta. No puedo menos que estar agradecida a un país que me recibió, me formó, me ayudó a insertarme en una sociedad nueva, me dio trabajo y que se encarga de formar y cuidar a mis hijos.

Esa es mi realidad, vivir con lo que extraño, con lo que anhelo y aprender a enfrentar esos fantasmas nutrida por los lindos recuerdos y el agradecimiento de haber tenido la oportunidad de vivir mejor y segura, aunque lejos de mis múltiples afectos.

1 comentario:

Alicia dijo...

Màs admiraciòn por vos a medida que te voy conociendo y descubriendo a travès de tus escritos........
La vida nos dio la oportunidad de conocernos de chiquitas, pero separò bastante nuestros caminos al crecer, pero adivino que hubièramos coincidido en muchas vivencias, por lo que dejàs traslucir.........
Nunca es tarde, no te parece?